A veces algunas personas tienen una sensación de comodidad con las capacidades de la IA frente a algunas interacciones humanas, y esta sensación refleja, en parte, la naturaleza predecible y estructurada de los sistemas de IA, porque estos sistemas están diseñados para procesar información y responder de manera consistente, lo cual puede resultar más cómodo que la variabilidad inherente a las interacciones humanas.
La creatividad, ya sea humana o artificial, se manifiesta en un espectro de capacidades. Estas capacidades van desde la simple imitación hasta la innovación radical. Si bien la IA ha logrado avances impresionantes en la generación de contenido creativo, aún existen diferencias fundamentales en cómo humanos e IA abordan el proceso creativo, particularmente en lo que respecta a la conciencia, la intencionalidad, la experiencia subjetiva y la comprensión del significado. Cualquier comparación entre IA y humanos no debería centrarse en superioridad o inferioridad, sino en complementariedad, porque cada interacción humana, independientemente de cómo la percibamos, está influenciada por factores complejos como experiencias personales, contexto cultural y estado emocional que difícilmente podrá alcanzar la IA más avanzada. Podrá emular muchos de los factores complejos de la esencia humana, pero, al no ser un ente biológico consciente, carecerá de humanidad; será, otra cosa, otro «ser». Profundicemos un poco más.
Intentar comparar las capacidades de la creatividad humana con la creatividad de la IA debe considerar una serie de aspectos que permitan establecer un marco de comparación. Un aspecto fundamental es que la creatividad no es una cualidad binaria (se tiene o no se tiene), sino un espectro. La mayoría de las personas (y las IA) se encuentran en algún punto intermedio, con la capacidad de realizar adaptaciones y combinaciones creativas. En todos los niveles de la creatividad, desde el más básico hasta el más avanzado, el conocimiento previo es fundamental. Incluso la innovación más radical se construye sobre una base de conocimiento existente (aunque lo transforme). La diferencia radica en cómo se utiliza ese conocimiento. Otro aspecto es la importancia del error y la iteración, porque tanto en humanos como en IA, el proceso creativo a menudo implica prueba y error, iteración y refinamiento. Los «errores» pueden ser fuentes de nuevas ideas y descubrimientos. También la importancia del dominio es otro aspecto a tener en cuenta, ya que una persona puede tener un gran nivel creativo en un campo, pero ser muy poco creativa en otro; y lo mismo pasa con una IA. La capacidad creativa depende en gran medida del área del conocimiento en concreto.
Ahora estamos en condiciones de confrontar ambas aproximaciones a la creatividad. En un nivel básico, esta capacidad se caracteriza por la imitación, reproducción e interpolación, y la creatividad se limita a reproducir información o patrones existentes sin modificaciones significativas, es decir, se basa en la memoria y el reconocimiento de patrones. En los seres humanos, el nivel básico de la creatividad se limitaría a, por ejemplo, copiar un dibujo al detalle, seguir instrucciones paso a paso sin desviarse, cantar una canción tal como se aprendió o resolver un problema matemático usando una fórmula memorizada sin entender por qué funciona. Mientras que en la IA, sería un chatbot que responde preguntas solo con información preprogramada, un filtro de fotos que aplica un estilo predefinido., un sistema de recomendación que sugiere productos similares a los que ya has comprado, DALL 3 generando una imagen de un «perro» basándose en miles de imágenes de perros que ha visto.
En ambos casos, la creatividad se basa en datos o información preexistente. No hay generación de ideas o conceptos nuevos, ya que la «salida» es una réplica o una combinación directa de las «entradas» y son tareas rutinarias que tanto humanos como IA pueden realizar eficientemente en este nivel. Pero hay una serie de matices que debemos tener en cuenta, y es que el humano entiende lo que está imitando y puede tener un propósito (aprender, practicar), mientras que la IA simplemente procesa datos. La imitación humana puede estar cargada de emoción (p. ej., cantar una canción con sentimiento) mientras que la IA carece de esto; además, un humano puede salirse del guion si es necesario; una IA básica no.
En un nivel intermedio de la creatividad, esta se caracteriza por la adaptación, combinación y extrapolación. Es decir, modificar, combinar o extender elementos existentes para crear algo nuevo, pero dentro de un marco conocido. Implica razonamiento, asociación de ideas y proyección de tendencias. Cuando los seres humanos modificamos una receta añadiendo o cambiando ingredientes; creamos un collage; escribimos una historia basada en un universo existente; proponemos una mejora incremental a un producto; resolvemos un problema usando una estrategia aprendida, pero adaptándola a la situación, o en calidad de músico componemos una variación sobre un tema musical conocido, nos estamos moviendo en este nivel intermedio de creatividad. En el caso de la IA, lo podemos observar en Alpha Go jugando un movimiento de Go no convencional (movimiento 37) pero dentro de las reglas del juego; cuando predice el precio de las acciones basándose en datos históricos; cuando un generador de texto que escribe un artículo sobre un tema nuevo, basándose en artículos existentes; o cuando un programa compone música en un estilo particular.
Para los humanos como para los sistemas de IA, la creatividad se basa en patrones y relaciones identificadas en datos existentes. Hay un grado de originalidad, pero dentro de límites definidos; se pueden resolver problemas de forma más flexible y encontrar nuevas aplicaciones para ideas conocidas. En este nivel, tanto los humanos como la IA pueden «innovar» dentro de un marco preestablecido. El humano tiene una comprensión conceptual más profunda de lo que está adaptando. Mientras que IA se basa en correlaciones estadísticas. El humano puede evaluar la calidad y relevancia de su adaptación (¿es buena la modificación de la receta?). La IA, sin una programación específica, no puede. El humano puede mostrar más capacidad cognitiva, ya que puede cambiar de estrategia o enfoque si la adaptación no funciona; mientras que la IA es más rígida.
En un nivel avanzado, caracterizado por la innovación, creación original o la transformación, donde se generan ideas, conceptos o productos completamente nuevos que rompen con lo establecido y pueden cambiar paradigmas. Implica pensamiento abstracto, imaginación radical y, a menudo, intuición. Este es un terreno donde reinan los humanos, los únicos que pueden inventar una nueva teoría científica (como la relatividad de Einstein), componer una obra de arte revolucionaria (como el Guernica de Picasso); desarrollar una tecnología disruptiva (como Internet); escribir una obra literaria que define un nuevo género; concebir un nuevo sistema filosófico (como el existencialismo), o diseñar un edificio con una arquitectura completamente novedosa. En este nivel, la IA tiene mucho camino por recorrer, cuando sea capaz de diseñar un juego de mesa tan complejo y elegante como el Go, desde cero; Crear una nueva forma de arte que no se base en ninguna existente; desarrollar una teoría científica fundamentalmente nueva, no solo extrapolando las existentes, o generar un concepto filosófico que no sea una derivación de los anteriores.
En este nivel, donde reinan los humanos, es donde se genera algo radicalmente nuevo; se desafían las suposiciones existentes y amplían los límites de lo posible que puede tener un impacto profundo en un campo del conocimiento o en la sociedad, y donde se requiere un alto nivel de abstracción, imaginación y, a menudo, una combinación de conocimiento profundo y pensamiento «fuera de la caja». La innovación humana surge de una compleja interacción de experiencias, emociones, intuiciones y, a menudo, de un deseo de trascender lo existente. La fuente de la «innovación» de la IA (si la alcanzara) es un misterio: ¿sería puramente algorítmica, o emergería de una forma de «conciencia» artificial? La creación humana suele estar imbuida de propósito y significado personal o cultural. La IA, por ahora, carece de esta dimensión. El humano puede considerar las implicaciones éticas y sociales de su creación. La IA, sin una programación explícita y sofisticada, no puede. La IA actual no ha demostrado consistentemente este nivel de creatividad. Es un área de investigación activa y un objetivo a largo plazo.
Sin embargo, en lugar de ver la creatividad humana y la artificial como competidoras, es más fructífero considerarlas complementarias. La IA puede ser una herramienta poderosa para potenciar la creatividad humana, proporcionando nuevas perspectivas, generando ideas y automatizando tareas repetitivas. Lo único cierto en estos momentos es que, a medida que la IA continúe desarrollándose, lo probable es que veamos avances significativos en su capacidad creativa. Sin embargo, la cuestión de si la IA podrá alguna vez igualar o superar la creatividad humana en toda su complejidad y profundidad sigue siendo un tema de debate y especulación. Las capacidades únicas de los humanos que incluyen el entendimiento semántico, las experiencias subjetivas y las motivaciones propias, hacen difícil la comparación.
La comparación entre la creatividad humana y la artificial es un campo complejo y en evolución, y para obtener una comprensión más completa de las similitudes, diferencias, desafíos y oportunidades que plantea la creatividad artificial, vamos a considerar otros aspectos adicionales.
La aleatoriedad juega un papel crucial, aunque a menudo inconsciente, en la creatividad humana. Pensamientos aleatorios, asociaciones inesperadas, errores fortuitos (serendipia, es decir, descubrimientos afortunados e inesperados), e incluso el «ruido» ambiental pueden desencadenar nuevas ideas o perspectivas. El cerebro humano no es una máquina determinista; es un sistema caótico y complejo donde la aleatoriedad puede ser una fuente de innovación.
En la IA, la aleatoriedad se introduce a menudo de forma deliberada a través de técnicas como el muestreo estocástico o la adición de «ruido» a los datos de entrenamiento. Esto ayuda a evitar que los modelos se queden atrapados en mínimos locales (soluciones subóptimas) y a explorar un espacio de soluciones más amplio. Sin embargo, la aleatoriedad en la IA es, en última instancia, controlada y programada, a diferencia de la aleatoriedad inherente al cerebro humano.
La diferencia clave radica en que la naturaleza de la aleatoriedad es diferente. En los humanos, es un subproducto intrínseco de la cognición; en la IA, es una herramienta implementada. Esto podría afectar la calidad de la novedad generada.
El aburrimiento, la inactividad y los períodos de «incubación» (donde se deja de lado un problema conscientemente, pero el cerebro sigue trabajando en él inconscientemente) pueden ser sorprendentemente importantes para la creatividad. Estos períodos permiten que las ideas se consoliden, que se formen nuevas conexiones y que surjan soluciones inesperadas.
La IA no se aburre ni necesita «descansar». Puede procesar datos de forma continua, lo que puede ser una ventaja en términos de eficiencia. Sin embargo, carece de la capacidad de «incubación» inconsciente, que parece ser crucial para la creatividad humana profunda.
Esta diferencia nos invita a plantear la siguiente pregunta abierta: ¿Podría simularse la «incubación» en la IA, quizás a través de algoritmos que alternen entre diferentes fases de procesamiento o que permitan que las redes neuronales se «reorganicen» de forma autónoma?
Gran parte de la creatividad humana es colectiva. Las ideas se construyen sobre ideas previas, se comparten, se modifican y se mejoran a través de la interacción social. La ciencia, el arte, la tecnología… todos son productos de la inteligencia colectiva a lo largo del tiempo.
Mientras que en el terreno de la IA, se están explorando modelos que pueden colaborar entre sí (como los sistemas multiagente) y aprender unos de otros. Esto podría conducir a una forma de «creatividad colectiva» artificial.
La colaboración humana se basa en la comunicación, la comprensión mutua y la intencionalidad compartida. La colaboración entre IA, por ahora, se basa en reglas y protocolos predefinidos. Sin embargo, la «inteligencia de enjambre» en la IA (donde la interacción de múltiples agentes simples puede generar comportamientos complejos) podría acercarse a la dinámica de la creatividad colectiva humana.
Los humanos no solo crean, sino que también reflexionan sobre su propio proceso creativo. Pueden evaluar la calidad de sus ideas, identificar sus propias fortalezas y debilidades creativas, y ajustar su enfoque en consecuencia. Esta metacognición es fundamental para el desarrollo y la mejora de la creatividad.
La IA actual carece de metacognición en el sentido humano. Puede ser entrenada para evaluar la calidad de sus propias salidas según criterios predefinidos, pero no tiene una comprensión consciente de su propio proceso creativo.
Desarrollar la metacognición en la IA es un desafío importante. Requeriría que la IA no solo procese información, sino que también reflexione sobre su propio procesamiento, lo que se acerca a la noción de conciencia.
La creatividad humana está sujeta a consideraciones éticas. Los artistas y los inventores tienen responsabilidades morales con respecto a sus creaciones.
Mientras que la IA, a medida que se vuelve más creativa, surgen preguntas éticas importantes: ¿Quién es responsable de las creaciones de una IA? ¿Cómo se deben utilizar las obras generadas por IA? ¿Qué impacto tendrá la creatividad artificial en el empleo y en la sociedad en general? Todas estas preguntas, que serán recurrentes durante mucho tiempo, implican el desarrollar un marco ético sólido para guiar el desarrollo y el uso de la creatividad artificial.
La creatividad ha sido fundamental para la supervivencia y el desarrollo de la humanidad. Nos ha permitido adaptarnos a entornos cambiantes, resolver problemas complejos y crear cultura. En este aspecto, la creatividad artificial ofrece un potencial transformador en la resolución de problemas a gran escala.
La creatividad humana puede ser sesgada, tanto de manera explícita como implícita, debido a la influencia de las experiencias de vida, y los prejuicios. Y la IA también puede ser sesgada, ya que se entrena con datos creados por humanos, que pueden contener sesgos inherentes. Por tanto, es crucial el diseño de modelos de IA que eviten la perpetuación o la amplificación de los sesgos existentes. Pero hay una diferencia clave y es que, aunque ambas creatividades pueden estar sesgadas, una diferencia es la transparencia. Los sesgos humanos pueden ser detectados, comprendidos y a veces corregidos a través del debate o la autorreflexión. Los sesgos de la IA pueden estar ocultos en la complejidad de los modelos, y pueden ser difíciles de detectar, comprender y corregir.
Esta bibliografía proporciona una buena base para profundizar en la comparación entre la creatividad humana y la artificial, desde perspectivas tanto técnicas como filosóficas y artísticas.
Boden, Margaret A. Artificial Intelligence: A Very Short Introduction. 2nd ed., Oxford UP, 2018.
Aunque no se centra exclusivamente en la creatividad, Boden (una de las mayores expertas en IA y creatividad) ofrece una excelente introducción a la IA en general, incluyendo discusiones sobre la creatividad computacional, sus límites y sus implicaciones filosóficas. Es un punto de partida accesible y riguroso.
Colton, Simon, and Geraint A. Wiggins. "Computational Creativity: The Final Frontier?". ECAI 2012: 20th European Conference on Artificial Intelligence, edited by L. De Raedt, IOS Press, 2012, pp. 21-26.
Este artículo, aunque un poco anterior, es un clásico. Colton y Wiggins, figuras clave en el campo de la creatividad computacional, discuten el estado del arte y los desafíos futuros de la IA en la creación artística y científica. Argumentan que la creatividad es el "último desafío" para la IA.
D'Inverno, Mark, and Jon McCormack. "Computers and Creativity: A Manifesto for Change." Leonardo, vol. 53, no. 4, 2020, pp. 371-76.
Un manifiesto provocador que argumenta la necesidad de un nuevo enfoque a la creatividad computacional, que supere la dicotomía humano-máquina, y se centre en la colaboración y la cocreación.
Elgammal, Ahmed. "AI Is Blurring the Definition of Artist." American Scientist, vol. 107, no. 1, 2019, pp. 22-25.
Elgammal, creador del sistema AICAN (uno de los sistemas de IA «artística» más conocidos), reflexiona sobre cómo la IA está desafiando nuestras nociones tradicionales de arte y autoría. Describe el funcionamiento de AICAN y su recepción en el mundo del arte.
Gazzaniga, Michael S. The Consciousness Instinct: Unraveling the Mystery of How the Brain Makes the Mind. Farrar, Straus and Giroux, 2018.
Aunque no trata directamente sobre la IA, este libro de Gazzaniga (un neurocientífico destacado) explora la naturaleza de la conciencia humana y la cognición. Ofrece una perspectiva valiosa sobre los aspectos únicos de la mente humana que son relevantes para la comparación con la IA, incluyendo la creatividad.
Jordanous, Anna, and Bill Keller. "Modelling Creativity: Identifying Key Components through a Corpus-Based Approach." PLoS ONE, vol. 11, no. 10, 2016, e0162959.
Este artículo presenta un estudio basado en un corpus de textos sobre creatividad para identificar los componentes principales de la creatividad, que puede ayudar a compararla con la IA.
Lubart, Todd. "Artificial Creativity: A Psychologically-Informed Perspective." The Cambridge Handbook of Artificial Intelligence, edited by Keith Frankish and William Ramsey, Cambridge UP, 2014, pp. 341-58.
Lubart, un psicólogo experto en creatividad, ofrece una perspectiva informada por la psicología sobre la creatividad artificial. Examina las similitudes y diferencias entre la creatividad humana y la computacional, y propone criterios para evaluar la creatividad de los sistemas de IA.
Mazzone, Marian, and Ahmed Elgammal. "Art, Creativity, and the Potential of Artificial Intelligence." Arts, vol. 8, no. 1, 2019, p. 26.
Este artículo explora el potencial de la IA en el arte, analizando cómo los sistemas de IA pueden generar obras de arte y cómo esto afecta nuestra comprensión de la creatividad y la estética. Presenta ejemplos de sistemas de IA «artística» y discute sus implicaciones.
Tegmark, Max. Life 3.0: Being Human in the Age of Artificial Intelligence. Knopf, 2017.
Aunque abarca un tema más amplio que la creatividad, Tegmark (un físico y cosmólogo) dedica un espacio significativo a discutir el potencial de la IA para superar a los humanos en diversas áreas, incluida la creatividad. Plantea preguntas provocadoras sobre el futuro de la inteligencia y la vida en la era de la IA avanzada.
Etiquetas: Creatividad, Inteligencia Artificial, Creatividad Humana, Comparación IA, Cognición
José López Ponce, 8 de noviembre de 2024